2 oct 2010

Por un sombrero y un par de caballos (segunda parte)

El aro de metal del barril se le clavaba en la espalda y, como tenía la pierna recogida sobre sí misma, estaba sentado sobre su propia bota. Las gotas de sudor le recorrían lentamente la cara desde el inicio del cabello (cubierto también de tierra fina) hasta el águila del pecho. Además, el mismo sudor ennegrecía su piel al arrastrar el polvo que la cubría. Pero no era una situación muy incómoda para él, había estado en lugares peores.
Apretaba contra su pecho un rifle de poco calibre que había robado durante su huída. Hacía tres días que había escapado de la cárcel y era buscado desde entonces en todos los pueblos del condado. Claro que no era difícil pasar desapercibido teniendo en cuenta que cada uno de los asentamientos estaba en mitad de la nada separado del vecino por algo más de medio día de desierto rocoso en carreta y uno entero a caballo (por aquellos parajes no era muy usual ver camionetas o coches de gasolina, solo dentro de los pueblos y en la carretera principal) Era un suelo pobre donde junto al río se concentraba la mayor parte de la vegetación, quedando la restante relegada a crecer junto a postes de telégrafos y barriles abandonados.
Además del rifle, llevaba consigo una cantimplora casi vacía, un machete que también había cogido prestado colgado en el cinturón, un pequeño pañuelo azul atado a la muñeca izquierda y una brújula que no siempre funcionaba. Una situación algo triste en mitad del condado más olvidado de Norteamérica.
Pero ahora no le preocupaba nada que sus pies pisaran la arena que él consideraba más pobre del mundo entero, ni que sus reservas de agua no iban a permitirle llegar a Bass Town, ni que ni siquiera supiera si se dirigía a aquel pueblo porque su brújula marcaba el norte solo a veces. Ahora le preocupaba que lo matasen. Su cabeza se pagaba bastante cara y después de tres días lo habían reconocido en una taberna del este, no muy lejos del almacén de trenes, construido a menos de doscientos metros del apeadero de Stone Village, un pequeño pueblo lleno de salones y tabernas refugio de bandidos y fugitivos, gente con la que no era recomendado entablar conversación, un nido de peleas, muerte y discusiones donde los estómagos perforados por los revólveres eran el premio a una partida de póquer.
Tras una corta trifulca, había conseguido despistar a los que pensaban cobrar la recompensa escondido sobre un carro de gallinas hasta la noche. Entonces siguió la vía hasta el almacén y no tuvo más remedio que esconderse entre dos barriles a los pies de la alambrada al escuchar los caballos de sus perseguidores, que habían sido informados por una camarera de la dirección por la que había escapado su presa. No debió haberle pedido agua a aquella mujer, que, además de delatarlo, le había dado una cantimplora casi vacía. Estaba condenado.
Hacía unos minutos que acababa de escuchar como esos hombres desmontaban a sus respectivos caballos y como, revólver en mano, habían entrado en el almacén por la puerta que comunicaba con el pequeño edificio del telégrafo. Después de haber llegado tan lejos no quería que esos dos tipos pusieran en peligro su misión.
-Sabemos que estas aquí, East. Es inútil que te escondas- ambos tipos reían cada comentario que hacían. Pisaban con cuidado como si pensaran que las pisadas iban a delatar su posición y las risas no. Cada uno fue por un lado, el más viejo cruzó uno de los trenes por el hueco que había entre dos vagones en dirección a la pared opuesta. Se movía con agilidad a pesar de la edad que su aspecto daba a entender. Y el otro, con una barba de tres días poco cuidada y el pelo húmedo bajo el sombrero, siguió hacia delante acercándose a los barriles que escondían a Frank East. Cuando estuvo lo suficientemente cerca de él se incorporó de repente golpeando al tipo con el cañón del rifle. Al levantarse temió no haberle sacudido lo suficientemente fuerte como para noquearlo ya que sintió su pierna izquierda debilitada por haber estado tanto tiempo replegada bajo su peso. Pero el tipo perdió la consciencia.
El otro escuchó como su compañero había caído levantando una ligera niebla de polvo que no se apreció en la oscuridad. Frank East pateó el aire para despertar los músculos de su extremidad y después se agachó para revolver los bolsillos de la chaqueta del perseguidor. Con la mano que tenía libre sujetaba el rifle, no pretendía dispararlo, de hecho no estaba seguro de si estaba cargado o no pero siempre era bueno imponer un poco de respeto antes que ir totalmente desarmado.
-¿Roland? ¿Estás bien?- decía el otro tipo casi susurrando. Comenzó a sudar algo más de lo normal y su espalda tocó el segundo tren cuando retrocedía asustado. Al principio iba seguro de sí mismo, East estaba acorralado, desarmado y cansado. Eso era lo que creían. Pero su reputación le predecía, Frank East era un hombre fuerte y astuto, poco preocupado por su propia seguridad, dirían algunos. Decidido a la hora de actuar, un tipo duro de pelar, como solían decir por allí. Y pensar que su compañero ya podía estar muerto le asustaba demasiado. Levantó el revólver y comprobó que le templaba el pulso. Escuchó algo moverse cerca de él y giró su cuerpo con el arma al frente, después se dio cuenta de que apuntaba a la madera carcomida del mercancías. No pudo darse cuenta de nada más, Frank East le había golpeado la cabeza contra el vagón.
Frank recogió el sombrero de aquel tipo, le sacudió la arena y se lo puso. Cogió también el revólver y la funda y se la abrochó encima del cinturón.
Después los arrastró afuera con poco esfuerzo. La arena se revolvía en el aire al paso de los pantalones rasgados. Les ató las manos al poste de telégrafos con sus propios cinturones mientras murmuraba:
-¿Habéis montado un par de caballos para venir hasta aquí? ¡Joder!, si ahora estoy escuchando las voces de los borrachos. Si pudierais entrar en los urinarios con ellos, los montaríais para ir a mear- caminaba ya hacia los caballos cuando dijo esto último. No necesitaba nada más, tan solo confiaría en que su brújula esta vez apuntara al norte para llegar a Bass Town.

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